Como toda buena historia, Parenthood empieza con un cambio, un evento que revoluciona la rutina de los protagonistas, en este caso, el regreso de la hija pródiga a casa de sus padres, tras fracasar en su intento de ser independiente. Allí se reencontrará con sus padres y hermanos y, por supuesto, todos sus defectos, rencillas, frustraciones y reproches.
El reparto de esta serie es un lujo: Lauren Graham ha pasado de ser la madre perfecta con la hija perfecta a ser un desastre con dos hijos adolescentes a los que apenas puede controlar, Peter Krause es una delicia como actor y su personaje un encanto como padre y como hijo, aunque no siempre esté de acuerdo con lo que sucede a su alrededor. Junto a ellos Bonnie Bedelia, Craig T.Nelson, Erika Christensen, Monica Potter hasta el pequeño Max Burkholder, un montón de caras conocidas que hacen muy agradable ver este episodio, que hacen que el espectador lo vea como algo familiar, con la virtud que tienen estos actores de aparecer en una serie distinta a la que les dio la fama y conseguir que automáticamente les veamos en su nueva personalidad.
La serie sin embargo, se me ha hecho un poco lenta hacia la mitad del episodio, creo que no logra el ritmo de, por ejemplo Brothers and Sisters, que va conduciendo a los hermanos a un mismo lugar como una máquina perfectamente engranada. La comparación no es gratuita (hasta la foto de presentación se parece), es que se parecen mucho, aunque una sea una familia rica y con mucha gracia y esta otra sea más modesta y tienda más al drama. Creo que me la seguiré y espero que mejore.
De momento no está mal como piloto, y Lauren y Peter han estado muy bien, es un placer volver a ver esa boca vertiginosa de Lauren hablando a cien por hora, veremos que tal sigue.